La Giganta

Gigantes y fantasmas del Maestro Cuevas

Por el frente la Giganta es fémina, la cara es exacta a la de la modelo que la inspiró, mi musa; y corresponde al retrato de esta mujer desconocida de quien no puedo revelar su identidad por respetar su deseo de permanecer en el anonimato. En el evento inaugural del museo la prensa  preguntó que quién había posado para esta pieza y tres damas (que no conozco) se confesaron protagonistas de este hecho y decían: ¡dí José Luis, confiesa que fui yo!”.

La verdad es que a lo lejos vi a la modelo, que esa noche no habló con nadie, veía la escultura detenidamente y al poco tiempo salió del recinto discretamente.

Por la parte posterior de la escultura es un hombre, en este caso no hubo modelo; es un autorretrato, una especie de coloso con una gran fuerza… es así como se conjuga la dualidad sexual en esta obra.

Las ataduras de la transparente indumentaria que pareciera hecha de gasa, se han “desatado” de piernas y brazos para dar paso a la libertad femenina que con la espléndida iluminación nocturna que produce sombras y destellos, en conjunción con los efectos creados por el propio edificio (de los siglos XVII y XVIII), pareciera que la Giganta avanza hacia la puerta.

Esta “mujer” ha roto sus ataduras, tema que también he trabajado mucho.

Sé que hay mujeres a quienes la escultura les ha despertado ciertas sensaciones de tipo sensual, este hecho me agrada ya que el acto creativo es un acto erótico, y el arte es provocar y transmitir emociones.

El tema del gigantismo es obsesivo en mí, recordemos que fui el primer combatiente contra el muralismo, ya que en esa época la importancia de la obra estaba dada por los metros cuadrados de superficie, y yo luche contra esa situación y opté por trabajar obras  de
formato pequeño; sin embargo, últimamente he tenido tendencia a las obras  de gran formato sobre tela y sobre papel también.

Aún así, tengo una litografía titulada “El Gigante”, de 1971, de más de dos metros de alto… y al hacer esta escultura retomo el tema que siempre ha estado presente en mis sueños al igual que el tema de los fantasmas.

Durante este proceso de armado al centro del claustro del ex -convento de Santa Inés, cuando la escultura ya estaba de pie hasta la cintura, una mañana muy temprano los trabajadores escandalizados descubrieron una cara sobre la rodilla derecha, al verla pensé en primera instancia que era cosa de la pátina, pero la toqué y sentí el relieve y en ese momento el más sorprendido fui yo; por  mi mente pasaron miles de ideas, entonces supe que se trataba de un fantasma.

En algún momento se me sugirió que la borrara, y yo me negué rotundamente…

 

                           Palabras del Maestro José Luis Cuevas
  recopiladas en la entrevista que realizara María Olvido Moreno
  en San Ángel, una tarde de marzo de 1994.

     
   

Cuevario